JUAN MARTÍNEZ: A LA SOMBRA DE LOS SÍMBOLOS
Se repiten en la obra de Juan Martínez (Navas de San Juan, Jaén, 1942) unos mismos significantes de deshumanizada polisemia humana, entre la vida y la muerte, irónicos pero amargos.
Así se puede ver en la muestra de la galería Javier López, entre grandes cuadros que, reiterativos, no dejan de tratar el tema de la existencia. Bastante crípticos, pueden recordar a carteles publicitarios clásicos por su seca nitidez en el dibujo y su economía cromática (destacando el blanco, el negro y el rojo, los más beligerantes, entre otros poco variados tonos). Aparte, constantes se suceden los ritmos en simétrico equilibrio, quedando monumental y elocuente cada elemento.
Su esquemático simbolismo no deja de tomar posturas del surrealismo más abstracto, y aunque por la temática parezca contradictorio, de la propia cultura pop norteamericana, por supuesto más en la forma que en el contenido. Casi siempre flotantes sobre fondos vacíos, son reiterativos los rostros deshechos o contrahechos, las máscaras, las calaveras, los gestos oscuros e infrahumanos, incluso lo que parecerían lineales trazos de cabezas de muñecos o maniquíes, unas veces huecos los contornos, otras con muy expresivos ojos.
Con filosofía (el artista era amigo de María Zambrano), no olvidando, por ejemplo, influencias orientales como la de Lao Tse, se acoge a temas vitales como la inmigración (representando, demasiado actuales por las noticias, embarcaciones como escaleras a ninguna parte sobre la que vagan los desesperados), el viaje incierto, la religión desde el sarcasmo, el cansancio (cerillas consumidas), la enfermedad o la misma muerte. Predomina, por tanto, una evidente amargura, indeleble.
No en vano, que la exposición se llame Ismo no hace referencia a las vanguardias artísticas, sino a actitudes, tendencias o doctrinas, como son el egoísmo o el capitalismo vistos como juegos de doble moral, hipocresía, en todo caso, sombras y obstáculos sociales en el camino hacia la convivencia y el bien común.
Si no la denuncia, Juan Martínez busca al menos la impronta, la manifesación de un mundo que en el fondo está hecho mierda, de sufrimientos innecesarios y aún no sofocados.
Juan Martínez, Ismo
Galería Amparo Gámir
Del 14 de septiembre al 28 de octubre de 2006
Así se puede ver en la muestra de la galería Javier López, entre grandes cuadros que, reiterativos, no dejan de tratar el tema de la existencia. Bastante crípticos, pueden recordar a carteles publicitarios clásicos por su seca nitidez en el dibujo y su economía cromática (destacando el blanco, el negro y el rojo, los más beligerantes, entre otros poco variados tonos). Aparte, constantes se suceden los ritmos en simétrico equilibrio, quedando monumental y elocuente cada elemento.
Su esquemático simbolismo no deja de tomar posturas del surrealismo más abstracto, y aunque por la temática parezca contradictorio, de la propia cultura pop norteamericana, por supuesto más en la forma que en el contenido. Casi siempre flotantes sobre fondos vacíos, son reiterativos los rostros deshechos o contrahechos, las máscaras, las calaveras, los gestos oscuros e infrahumanos, incluso lo que parecerían lineales trazos de cabezas de muñecos o maniquíes, unas veces huecos los contornos, otras con muy expresivos ojos.
Con filosofía (el artista era amigo de María Zambrano), no olvidando, por ejemplo, influencias orientales como la de Lao Tse, se acoge a temas vitales como la inmigración (representando, demasiado actuales por las noticias, embarcaciones como escaleras a ninguna parte sobre la que vagan los desesperados), el viaje incierto, la religión desde el sarcasmo, el cansancio (cerillas consumidas), la enfermedad o la misma muerte. Predomina, por tanto, una evidente amargura, indeleble.
No en vano, que la exposición se llame Ismo no hace referencia a las vanguardias artísticas, sino a actitudes, tendencias o doctrinas, como son el egoísmo o el capitalismo vistos como juegos de doble moral, hipocresía, en todo caso, sombras y obstáculos sociales en el camino hacia la convivencia y el bien común.
Si no la denuncia, Juan Martínez busca al menos la impronta, la manifesación de un mundo que en el fondo está hecho mierda, de sufrimientos innecesarios y aún no sofocados.
Juan Martínez, Ismo
Galería Amparo Gámir
Del 14 de septiembre al 28 de octubre de 2006
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