29.9.06

MATTHEW McCASLIN: VIAJE DEL INTERIOR AL EXTERIOR EXTREMO

La principal característica de una instalación, género libre y difícil donde los haya por sus pocas referencias del pasado, en sí por su poco pasado, está en el hecho de que la obra envuelve al espectador como si de arquitectura, o más bien, como si de una escenografía teatral se tratara.

En el caso de Matthew McCaslin (Baymore, Nueva York, 1957), a la circundante esencia se suma una idea de relación entre interior y exterior, de apertura de espacios a ventanas, todo, en cualquier caso, de manera ficticia como corresponde a un ente artístico.

En ello se basaría, pues, la cuarta exposición del norteamericano en Madrid, una instalación en la galería Javier López realizada de forma expresa para su espacio que, pese a las deslavazadas “tierras” que componen los límites del suelo, se puede tildar de sobria, clara, nítida, aséptica. El tono blanco general del “escenario” lo inunda e ilumina todo, resaltando los colores reverberantes de los paisajes en cada una de las pantallas.

Conocido por sus esculturas de luz y soportes audiovisuales, el artista plantea una experiencia espaciotemporal similar a la que, por ejemplo, inspirara Kubrick en su propio campo de acción, el cinematográfico, con su obra 2001: Una odisea en el espacio.

Mirando a un futuro ya presente, trata temas como el progreso, el viaje o la relación de la humanidad con una naturaleza de la cual, pese a todo, hay secretos y misterios que aún se le escapan. La velocidad de lo artificial, de lo creado por el hombre, se ve reflejada en un lanzamiento espacial, frente a una vida más estática, aunque fluida, de lo natural y lo cósmico; y frente a una oscuridad, la de lo desconocido, la del universo, se repite un elemento como es el fuego, algo fluctuante, continuo, tal vez como visión del filósofo Heráclito del devenir de la existencia, aparte de contraste entre la luz y la sombra.

Con todo, un tópico como la extrema pequeñez, el carácter accidental y efímero del individuo se hace patente, aunque en el fondo constituye otra forma de antropocentrismo, el espectador centrifugado (como la nave espacial que despega, desafiando la gravedad desde el centro de una de las “ventanas”) ante el que confluyen todas las perspectivas de algo jamás cotidiano, y hablando de arte, creado sólo para esa circunstancia, la suya, la de su lugar y su momento.

Matthew McCaslin
Galería Javier López
Del 15 de septiembre al 28 de octubre de 2006

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