REBECCA IVATTS: EL CUERPO EN EL ALMA
Durante unas semanas se podrá disfrutar en la galería Tribeca de la obra, centrada en los desnudos, de la artista Rebecca Ivatts (Cambridge, 1972).
Experta anatomista que vive entre Inglaterra y España, Ivatts presenta cuadros de gran formato que tienen bastante de clásico en cuanto a forma y contenido, y a su vez, algo de primitivo en su inocencia expresiva y su economía de medios; no sobra nada en su espontaneidad natural, ni extravagancia cromática ni ornamento.
Recuerdan, sin duda, sus obras a artífices como Buonarroti, pero también a otros más modernos como el atormentado Schiele, con su trazo ora nítido, ora tosco, ora nervioso, fuera de sitio; o de igual manera, al cubismo en su intento de perspectiva simultánea, de reflejo de varias dimensiones; capta a veces movimiento, y siempre mucha fluidez.
Aparte, por supuesto, se ve en Ivatts una clara influencia del expresionismo abstracto, inevitable en la pincelada gestual, gruesa, incluso violenta y desesperada.
Cálida o fría, lisa o en fuertes claroscuros, la atmósfera cromática, creada por unos fondos sobre los que, con los mismos tonos, se destacan los cuerpos en líneas enmarcados (a veces verdaderas marañas, aunque como limitado orden en el caos), adquiere unos efectos entre lo sensual, lo dinámico y lo trágico, trágico en cuanto a la transparencia, la fragilidad de esas formas que asemejan almas desnudas, que se retuercen en angustias cuando no están inmersas en una calma que tampoco falta en muchas de las obras, haciéndose necesaria para una inspiración más contemplativa.
Bien equivale cada tela, pues, a cambiantes estados de ánimo, y no obstante, pueden verse, en otro sentido más frío e impersonal, los cuerpos representados como vetas que se encontraran al azar en la superficie de rocas semipreciosas, como algo hallado, no buscado.
Se miren como se miren, son retratos muy íntimos, demasiado, que dejan más al desnudo la emoción y la propia forma artística, entre la figuración y la abstracción, que los vulnerables cuerpos humanos.
Rebecca Ivatts
Galería Tribeca
Septiembre y octubre de 2006
Experta anatomista que vive entre Inglaterra y España, Ivatts presenta cuadros de gran formato que tienen bastante de clásico en cuanto a forma y contenido, y a su vez, algo de primitivo en su inocencia expresiva y su economía de medios; no sobra nada en su espontaneidad natural, ni extravagancia cromática ni ornamento.
Recuerdan, sin duda, sus obras a artífices como Buonarroti, pero también a otros más modernos como el atormentado Schiele, con su trazo ora nítido, ora tosco, ora nervioso, fuera de sitio; o de igual manera, al cubismo en su intento de perspectiva simultánea, de reflejo de varias dimensiones; capta a veces movimiento, y siempre mucha fluidez.
Aparte, por supuesto, se ve en Ivatts una clara influencia del expresionismo abstracto, inevitable en la pincelada gestual, gruesa, incluso violenta y desesperada.
Cálida o fría, lisa o en fuertes claroscuros, la atmósfera cromática, creada por unos fondos sobre los que, con los mismos tonos, se destacan los cuerpos en líneas enmarcados (a veces verdaderas marañas, aunque como limitado orden en el caos), adquiere unos efectos entre lo sensual, lo dinámico y lo trágico, trágico en cuanto a la transparencia, la fragilidad de esas formas que asemejan almas desnudas, que se retuercen en angustias cuando no están inmersas en una calma que tampoco falta en muchas de las obras, haciéndose necesaria para una inspiración más contemplativa.
Bien equivale cada tela, pues, a cambiantes estados de ánimo, y no obstante, pueden verse, en otro sentido más frío e impersonal, los cuerpos representados como vetas que se encontraran al azar en la superficie de rocas semipreciosas, como algo hallado, no buscado.
Se miren como se miren, son retratos muy íntimos, demasiado, que dejan más al desnudo la emoción y la propia forma artística, entre la figuración y la abstracción, que los vulnerables cuerpos humanos.
Rebecca Ivatts
Galería Tribeca
Septiembre y octubre de 2006
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