ISIDRO BLASCO: CEZANNEANDO
Ofrece la galería Fúcares lo último del peculiar trabajo de Isidro Blasco (Madrid, 1962) siguiendo con su extraña visualidad en obras que conjuntan diferentes disciplinas.
–Parece querer continuar un sueño enloquecido de Cezanne, en el que, sin abandonar del todo el realismo, los volúmenes sobresalen de las dos dimensiones, la geometría recorta cada forma por perfiles, la realidad se arroja con rotundidad sobre quien la testimonia, se distorsiona.
En este sentido, es el suyo un continuo juego de superficies compuestas para simular tres dimensiones que se mueven a medida que se mueve el propio espectador, separándose cada elemento, o grupo de elementos, de lo que le rodea.
Mezcolanza de escultura y fotografía digital, sobre finas estructuras en madera y otros materiales sitúa el artista imágenes fragmentadas de paisajes urbanos o interiores.
Así pues, busca una suerte de fotografía cubista, sobre estructuras arquitectónicas desequilibradas, de elementos que a la vista resultan vulnerables, inestables, cercanos a tambalearse y desmoronarse en sus pequeños y diversos fragmentos. No deja de encontrar también con ello un elevado dinamismo, a lo que se suma una instalación que, de manera analógica, consiste en un ensamblaje sobre el que se proyecta un vídeo.
Correspondiéndose con esa perspectiva cristalizada, la temática, por su parte, se basa en reflejar de forma realista desde el movimiento de las grandes urbes contemporáneas, centradas en el modelo de Nueva York (donde Blasco ha residido), hasta el calor y el bienestar de un hogar moderno, el suyo propio, únicas obras éstas en las que aparece de forma clara, más personalizada, la figura humana. Inquietantes, no obstante, en muchas de ellas se destacan como telón de fondo explosiones y humos de catástrofes, obsesión tras los atentados de las Torres Gemelas y gran contraste que no rompe, sin embargo, la calma de los primeros planos.
No falta, pues, un tono paradójico y un cierto toque pop con los que Blasco podría ironizar sobre la sociedad occidental, la que ya ha sido capaz de absorber, combinar y hacer casi coherentes tales elementos de calma doméstica y violencia destructiva dentro de la misma vida cotidiana.
Sobre estructuras frágiles y desequilibradas, caóticas en sí, el artista presenta, por tanto, un mundo moderno roto, y sin embargo, tranquilo y autocomplaciente, que pese a los eventuales desastres ha de continuar su trayectoria.
Isidro Blasco
Galería Fúcares
Del 14 de septiembre al 4 de noviembre de 2006
–Parece querer continuar un sueño enloquecido de Cezanne, en el que, sin abandonar del todo el realismo, los volúmenes sobresalen de las dos dimensiones, la geometría recorta cada forma por perfiles, la realidad se arroja con rotundidad sobre quien la testimonia, se distorsiona.
En este sentido, es el suyo un continuo juego de superficies compuestas para simular tres dimensiones que se mueven a medida que se mueve el propio espectador, separándose cada elemento, o grupo de elementos, de lo que le rodea.
Mezcolanza de escultura y fotografía digital, sobre finas estructuras en madera y otros materiales sitúa el artista imágenes fragmentadas de paisajes urbanos o interiores.
Así pues, busca una suerte de fotografía cubista, sobre estructuras arquitectónicas desequilibradas, de elementos que a la vista resultan vulnerables, inestables, cercanos a tambalearse y desmoronarse en sus pequeños y diversos fragmentos. No deja de encontrar también con ello un elevado dinamismo, a lo que se suma una instalación que, de manera analógica, consiste en un ensamblaje sobre el que se proyecta un vídeo.
Correspondiéndose con esa perspectiva cristalizada, la temática, por su parte, se basa en reflejar de forma realista desde el movimiento de las grandes urbes contemporáneas, centradas en el modelo de Nueva York (donde Blasco ha residido), hasta el calor y el bienestar de un hogar moderno, el suyo propio, únicas obras éstas en las que aparece de forma clara, más personalizada, la figura humana. Inquietantes, no obstante, en muchas de ellas se destacan como telón de fondo explosiones y humos de catástrofes, obsesión tras los atentados de las Torres Gemelas y gran contraste que no rompe, sin embargo, la calma de los primeros planos.
No falta, pues, un tono paradójico y un cierto toque pop con los que Blasco podría ironizar sobre la sociedad occidental, la que ya ha sido capaz de absorber, combinar y hacer casi coherentes tales elementos de calma doméstica y violencia destructiva dentro de la misma vida cotidiana.
Sobre estructuras frágiles y desequilibradas, caóticas en sí, el artista presenta, por tanto, un mundo moderno roto, y sin embargo, tranquilo y autocomplaciente, que pese a los eventuales desastres ha de continuar su trayectoria.
Isidro Blasco
Galería Fúcares
Del 14 de septiembre al 4 de noviembre de 2006
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