TXOMIN BADIOLA: LA EXPRESIÓN COMO SACRIFICIO
Bajo el título Rêve sans fin, sacado de Samuel Beckett, Soledad Lorenzo presenta en todo su esplendor una compleja e inquietante muestra del reconocido artista vasco Txomin Badiola (Bilbao, 1957).
–¿Y qué mejor forma habría de expresarse que con un proceso de deconstrucción?
–¿Y qué mejor forma habría de expresarse que con un proceso de deconstrucción?
Dice el propio artista de su obra: “No saber lo que se quiere y sin embargo sucumbir a algo que sabemos que no queremos, sólo para discurrir por donde no se sabe hacia donde no se sabe, dejando en la cuneta formas imprecisas, deficientes, carenciales, incompletas, que se ofrecen a otros como objetos ilegibles y sin sentido y que, a pesar de ello, estos otros, según los dictados de una estética, es decir de algo creado desde el no-arte, los “disfrutan” y al hacerlo evidencian precisamente aquello que de no-arte tienen”.
Aunque la intención primera se basaba en un proyecto audiovisual, en el presente trabajo, “unas intuiciones espaciales y objetuales”, aparte también de la idea de instalación, se combinan muy diversos elementos, recogidos, acumulados y seleccionados en el estudio de Badioala, en tan variadas disciplinas como la escultura, el ensamblaje, la fotografía, el collage o la literatura. Las imágenes se corresponden en comentarios. “El valor de los objetos presentados en esta exposición es que al menos intentan no presentarse a sí mismos como grandes declaraciones, sino más bien como testimonios de una terca insuficiencia que en el fondo comparten con los humanos”.
En algunas de las obras, se puede destacar, incluso, una influencia del cartel publicitario, paralela a las incursiones de Barbara Kruger, aunque sus referencias a la cultura de masas tengan que ver más, quizás, con parte del trabajo de otro norteamericano, Rauschenberg.
Hay menciones explícitas a Malevich, textuales y en cuanto a forma, y también se cita de continuo, por ejemplo en imágenes, a pintores antiguos, sobre todo a Caravaggio, descubriendo en sus descarnados cuadros sobre martirios y sacrificios (al cabo motivos sagrados, mandatos, necesarios para con el destino), la amargura y la contradicción inherentes al tema a tratar, malinterpretando sus obras y buscándoles mediante el extrañamiento un significado nuevo.
En este sentido, destaca la narración, la búsqueda de identidad, la historia de un mal camino, de una frustración, todo con cierto trasfondo freudiano que en ocasiones no deja de remitir a un onírico surrealismo. Badiola trata los conflictos internos, los generacionales, los anhelos de la juventud, el deseo, la creatividad, la sexualidad, el fracaso. “Somos humanos porque deseamos y sin embargo estamos eternamente enfrentados a la frustración masoquista de aplacar el deseo como si de un picor o un malestar se tratase”, dice él mismo.
El resultado es, así, mezcla de la voluntad, la pulsión y el azar, donde el creador hace y expresa lo que puede, donde muestra también, en el fondo, como tema fundamental, desnudo y abierto, sus limitaciones, carencias y debilidades.
Txomin Badiola, Rêve sans fin (la técnica)
Galería Soledad Lorenzo
Del 10 de octubre al 11 de noviembre de 2006
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