REGINA GIMÉNEZ: EL SUEÑO DE MAGALLANES
Evoca Regina Giménez (Barcelona, 1966) el viaje aún no iniciado, la indecisión, sobre todo, ante los monumentales y múltiples mapas que se plantean, tanto en pequeño como en gran formato. El mismo espectador queda intrigado ante tan geográficos terrenos pictóricos expuestos ahora en la galería Trama.
–Y al cabo, en cuanto a pintura, ¿qué hay más práctico y más significativo que un mapa que represente mejor las tres dimensiones en sólo dos?
Frente a los de Eduardo Úrculo o los de Cristóbal Toral, por ejemplo, los viajeros de Regina Giménez se ven difusos y umbríos y quedan reflejados en el momento de la opción. Mantienen el espíritu de Magallanes y Elcano; no van a descubrir ya nada que no se haya visto antes, pero, pudiendo elegir algo que no sea la línea recta, camino más corto a ver adónde se llega, les espera siempre lo desconocido. El jardín de los caminos que se bifurcan, del que hablara Borges, se abre ante ellos, y cada elección puede conllevar un riesgo o una sorpresa.
La técnica de Regina Giménez, original, libre y valiente, parece en consonancia con el pop de Rauschenberg, y antes que con Rauschenberg, con el art brut, y antes, con muchas formas de primitivismo que aquí se empastan en paisajes urbanos, modernos y algo laberínticos, más emocionales que racionales.
Los colores se presentan deslavazados, en gruesas pinceladas, manchas, borrones y transparencias, con una palidez enfermiza, y aún así, armoniosa, mezclados con fragmentos de papel, inscripciones y fotografías.
Entre pintura y collage sobre lienzo, las figuras se sobreponen a contraluz sobre fondos caóticos de formas geométricas, perspectivas intrincadas y carteles (con el sugerente “Sur” muchas veces presente como un enigma o un sino imprescindible).
Así pues, constituyen estos cuadros, ya no una búsqueda de la desteñida y sobada calidad de los planos viejos, sino una apariencia de frisos antiguos, de frescos redescubiertos, bajo el magma solidificado de la técnica, de una sociedad, aunque global, en decadencia.
Con todo, respiran las obras una melancolía, una visión somnolienta y un extraño estatismo que, en cambio, se corresponden con el constante movimiento de los personajes que, entre el pasado y el futuro, carecen de presente; que son sólo puntos de partida y destino inciertos.
Regina Giménez
Galería Trama
Del 26 de octubre al 28 de noviembre de 2006
–Y al cabo, en cuanto a pintura, ¿qué hay más práctico y más significativo que un mapa que represente mejor las tres dimensiones en sólo dos?
Frente a los de Eduardo Úrculo o los de Cristóbal Toral, por ejemplo, los viajeros de Regina Giménez se ven difusos y umbríos y quedan reflejados en el momento de la opción. Mantienen el espíritu de Magallanes y Elcano; no van a descubrir ya nada que no se haya visto antes, pero, pudiendo elegir algo que no sea la línea recta, camino más corto a ver adónde se llega, les espera siempre lo desconocido. El jardín de los caminos que se bifurcan, del que hablara Borges, se abre ante ellos, y cada elección puede conllevar un riesgo o una sorpresa.
La técnica de Regina Giménez, original, libre y valiente, parece en consonancia con el pop de Rauschenberg, y antes que con Rauschenberg, con el art brut, y antes, con muchas formas de primitivismo que aquí se empastan en paisajes urbanos, modernos y algo laberínticos, más emocionales que racionales.
Los colores se presentan deslavazados, en gruesas pinceladas, manchas, borrones y transparencias, con una palidez enfermiza, y aún así, armoniosa, mezclados con fragmentos de papel, inscripciones y fotografías.
Entre pintura y collage sobre lienzo, las figuras se sobreponen a contraluz sobre fondos caóticos de formas geométricas, perspectivas intrincadas y carteles (con el sugerente “Sur” muchas veces presente como un enigma o un sino imprescindible).
Así pues, constituyen estos cuadros, ya no una búsqueda de la desteñida y sobada calidad de los planos viejos, sino una apariencia de frisos antiguos, de frescos redescubiertos, bajo el magma solidificado de la técnica, de una sociedad, aunque global, en decadencia.
Con todo, respiran las obras una melancolía, una visión somnolienta y un extraño estatismo que, en cambio, se corresponden con el constante movimiento de los personajes que, entre el pasado y el futuro, carecen de presente; que son sólo puntos de partida y destino inciertos.
Regina Giménez
Galería Trama
Del 26 de octubre al 28 de noviembre de 2006
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