ALBERTO PINA: EL SILENCIO A ESCENA
Aunque no todo en él es paisaje, pues abunda también la naturaleza muerta, Alberto Pina (Atenas, 1971) se hace un hueco como penúltimo eslabón de una tradición española que comenzara, tal vez, con las vistas serranas de Velázquez en los fondos de sus reales retratos, pasando por Carlos de Haes o Aureliano de Beruete, incluso por Vázquez Diaz, hasta llegar al más contemporáneo y urbano Antonio López.
Como en la pintura de los mencionados, confluyen en Alberto Pina los matices realistas, la fundamental captación de la atmósfera o la personalidad de la luz, aunque para quien ahora expone en Utopia Parkway, esto último se convierta en impersonalidad personalizada, deshumanizada en otros términos.
Por el contrario, y sin abandonarse a onirismos más o menos extraños, el ateniense de nacimiento, como premonición de una clásica serenidad, retomaría en parte la pintura metafísica italiana.
El silencio se desploma, queda paralizado y denso en las obras de Alberto Pina; flota y ensordece. Sus paisajes llegan a padecer enfermizos (y contagiosos) de una aridez de tierras yermas, de edificios abandonados, de polvo y aires viciados, de naturaleza más que muerta, rehecha.
Además, en cuanto a la técnica, inspiran también un acabado industrial, bastante frialdad, un aspecto casi metálico y cortante en colores apagados, sin grandes contrastes, de texturas planas.
La pincelada es pura, aséptica; el pintor se expresa como un cirujano, casi como un primitivo flamenco que puede, pero no quiere, una milimetría en su precisión, apareciendo ésta, sin embargo, de forma constante, voluntaria y nunca, pues, desmedida.
La muestra se puede resumir, así, en una buscada, nada rebuscada melancolía general que queda tanto en los paisajes, abruptos o salvajes, pero contenidos, como en la manifestación de arquitecturas, perspectivas, geometría y otras artificiales creaciones fraguadas por la no tan perfecta mano humana. Y de todo ello, sólo el consciente artista y el espectador, avisado o no, se presentan como testigos de un devenir tan quieto como inquietante, pese al calmo reposo que pueden respirar en tales ambientes y escenografías; lo justo, no haría falta más, en realidad.
Alberto Pina
Galería Utopia Parkway
Del 22 de noviembre de 2006 al 5 de enero de 2007