MARINA NÚÑEZ: LA ANGUSTIA EN EL CUERPO
–Se convierten los ojos humanos en ojos de insecto –podría resumirse una de sus obras–, entomólogo observado que adquiere una mirada múltiple, poliédrica, pupilas, visiones, que se acumulan para no tener capacidad de selección, para perderse en la misma, verlo todo para quedar ciego…
Con un interesante empleo de nuevas tecnologías que ayudan, sin duda, al elevado efectismo, la galería Salvador Díaz presenta algunos trabajos en vídeo y escultura de Marina Núñez (Palencia, 1966), carnales, algo histriónicos, dominados por su crudeza y sus impactantes resultados.
Con un interesante empleo de nuevas tecnologías que ayudan, sin duda, al elevado efectismo, la galería Salvador Díaz presenta algunos trabajos en vídeo y escultura de Marina Núñez (Palencia, 1966), carnales, algo histriónicos, dominados por su crudeza y sus impactantes resultados.
–Y es el impacto uno de los grandes objetivos de muchas obras de arte; y como en las de Marina Núñez, muchas veces confunde, pues no se sabe si atraen o repelen, pero la impronta queda en la memoria.
Ecce homo pronunciado en diferentes versiones, pero constante la perspectiva femenina, y en todo caso, la reflexión sobre el ser humano, Marina Núñez se sumerge en una inquietante obsesión por su vulnerabilidad e inestabilidad. Kafkianas parecen las ideas de metamorfosis y la angustia vital, claustrofóbica. De este modo, una inevitable referencia al género de terror se transmite en visiones surrealistas, deformantes, en ciertos aspectos paralelas al trabajo de Cindy Sherman, quizás cercanas en intenciones.
Gran parte de lo expuesto se centra en rostros de mujeres que se transfiguran a sí mismas, o que van recibiendo del exterior algo que se va adhiriendo, como una expresión de diferentes experiencias que se suman y transforman.
En otra obra, una videoinstalación, como retomado de un cuadro de Rubens, sobre telón de fondo de un sombrío bosque, el cuerpo desnudo de una ninfa perseguida por sátiros invisibles corre sin rumbo, intenta ocultarse, se atropella, cae, y al lado, destacada, se puede ver su mirada encendida en fuego de terrores, un miedo pánico provocado por algo que el espectador no llega a captar.
Con un sabio empleo de la iluminación, una fila de esculturas colgadas, cabezas de varios rostros que lloran enmarañados hilos de cobre, cierran la muestra.
Con todo, no deja de estar implícita en toda la obra una idea de soledad. El individuo en sí ha de enfrentarse sólo a enigmas, como el propio espectador se enfrenta al trabajo de Marina Núñez, trabajo que no deja de dar que pensar.
Marina Núñez
Galería Salvador Díaz
Del 16 de noviembre de 2006 al 5 de enero de 2007
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